Los usuarios de mayor poder adquisitivo aprovecharon el pico de la brecha cambiaria para instalar paneles solares.
No todo lo que sucedió en la pandemia fueron malas noticias. La Secretaría de Energía difundió ayer un informe en el que muestra que, el año pasado, aumentaron 304% la cantidad de usuarios que generan su propia electricidad a través de paneles solares.
En detalle, los prosumidores (productores y consumidores) pasaron de los 67 que había en 2019 a 338. Este número todavía parece poco, pero toma relevancia si se tiene en cuenta que ley 27.424 de Régimen de Fomento a la Generación Distribuida se reglamentó recién a fines de 2018 y se puso en marcha al año siguiente.
El régimen promocional establece el marco regulatorio para que los usuarios de la red de distribución eléctrica, sean hogares, pymes, industrias o establecimientos de producción agrícola, generen energía para su autoconsumo a partir de fuentes renovables y puedan inyectar el excedente a la red, recibiendo una compensación por ello.
Entre las causas de la mayor demanda para instalar paneles solares, se cree que aquellos usuarios cuyo poder adquisitivo no se vió afectado, aprovecharon entre septiembre y noviembre pasado la alta brecha cambiaria entre el tipo de cambio oficial, al cual se importan las estructuras de aluminio, y los paralelos, para adquirirlos. Esto generó que los valores de los paneles estuvieran más baratos, al igual que sucedió con los vehículos, barcos y otros bienes importados.
“Fue tremendo cómo cambió la demanda con la pandemia y la cuarentena. La gente tomó mucha conciencia con el tema de las renovables y se nos triplicó el trabajo”, cuenta Christian Biercamp, CEO de MOBI Desarrollos Sustentables, la empresa que vende e instala equipos solares, y que fundó en 2017 luego de que comenzara a haber más regulaciones en el país que promovieran la compra de estos equipos.
“Al estar encerrados por mucho tiempo, la gente con buen poder adquisitivo que seguía generando ingresos no tenía en qué gastar y el cepo restringía la compra de dólares, se volcó a invertir en remodelar sus casas. Y entre las reformas que se hicieron, se adquirió tecnología de energías renovables”, dice.
Según detalla, en una casa que tiene un consumo promedio de 500 kilowatt-hora (kWh) por mes y paga una tarifa de entre $3000 y $5000, para hacer una instalación de un sistema de paneles solares que inyecta en la red el excedente generado, el valor con la instalación incluida es de entre $350.000 y $500.000.
Si se quiere instalar un equipo que tiene batería y no se conecta con la red (lo que reemplazaría a un grupo electrógeno), la instalación promedio cuesta entre $400.000 y 650.000. Mientras que si se quiere instalar un sistema híbrido, el precio es de entre $500.000 y $700.000.
Que las facturas de luz estén congeladas hace dos años no genera un incentivo a invertir en estos sistemas, ya que el tiempo de repago de la inversión es superior al de otros países, como en Europa, por ejemplo, donde la tarifa del servicio eléctrico es mucho más cara. Sin embargo, en el último tiempo igualmente creció la demanda por los paneles solares con batería, ante el temor de que el servicio eléctrico se deteriore y se incrementen los cortes.
“En todo el mundo, donde hay financiamiento, te prestan el dinero, comprás los paneles solares, y con lo que te ahorrás de la factura eléctrica, le pagás al banco el crédito durante tres o cuatro años. Es una inversión que se hace y después los paneles duran 25 años”, explica Biercamp. Y agrega que si bien se incrementaron exponencialmente la cantidad de usuarios residentes que adquieren estos equipos, se derrumbó el consumo de las empresas, que ahora están enfocadas en sobrevivir la crisis económica.
Otro causa que motivó la compra de paneles es la mayor rapidez que hay para instalar los medidores bidireccionales que se necesitan para no solo recibir energía eléctrica de la red, sino para inyectar los excedentes. Mientras antes este trámite duraba ocho meses, hoy se hace en dos o tres.
Según el informe de la Secretaría de Energía, en diciembre de 2020 se alcanzó los 338 usuarios-generadores (UG), con una potencia total instalada de 3145 kW, lo cual equivale al consumo anual de más de 1000 hogares promedio. Respecto de 2019, durante el año pasado se registró un crecimiento del 170% en la potencia instalada.
Al concluir 2020, 12 provincias habían adherido a la ley de Generación Distribuida y 138 distribuidoras y cooperativas eléctricas se hallaban inscriptas. En seis de las provincias adheridas hay actualmente usuarios-generadores activos, y Córdoba es la que registraba, a diciembre pasado, más UG (198) y mayor potencia instalada (1711 kW). Es seguida por Buenos Aires (77 UG y 435 kW), CABA (37 UG y 436 kW) y Mendoza (20 UG y 507kW). Chubut y Chaco, por su parte, registraron su primer usuario-generador en el transcurso del año pasado.
“La generación distribuida ayuda a la conservación del medioambiente y también tiene la ventaja de reducir la cantidad de energía que se pierde en la red de transporte, ya que la electricidad se genera muy cerca de donde se consume. El crecimiento en la cantidad de usuarios-generadores ha sido muy importante y esperamos que se siga incrementando”, destacó el Secretario de Energía, Darío Martínez.
Fuente: www.lanacion.com.ar