Para poner un poco en contexto, según información que aporta el Ministerio de Economía, y la Secretaría de Energía, durante 2020 hubo doscientos cuarenta nuevos usuarios-generadores sobre un total de trescientos seis. Mientras que la potencia alcanzó 2.810 kW gracias a la instalación de 2.130 kW.

Además, Córdoba no sólo es la provincia que apostó más fuerte en la generación eléctrica distribuida con ciento ochenta y cuatro usuarios generadores que suman 1583,3 kW instalados, sino que también es el territorio argentino que mayor cantidad de cooperativas posee (108).

Pasos atrás se ubican Buenos Aires (66), la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (32) y Mendoza (18), Chubut (5) y Chaco (1) en cantidad de usuarios-generadores. Entre estas cinco provincias acumulan 1226,61 kW y completan el 40% restante de la potencia instalada.

En cuanto al total de tales usuarios-generadores a nivel nacional, más del 50% son residenciales. Sin embargo, la mayor cantidad de kilovatios instalados corresponde al sector comercial e industrial, debido a que sobrepasa levemente los 1800 kW.

Sin embargo, el panorama parece estar muy alejado a los trescientos de hoy en día, según lo que pronosticaba el Plan Nacional de Energía y de Cambio Climático de 2017, que estipulaba que para 2020 íbamos a tener más de diez mil usuarios y que, terminado 2021 deberíamos tener catorce mil.

Para conocer un poco más la situación al respecto, Martín Dapelo, profesional en Energías Renovables y Eficiencia Energética, opinó sobre las barreras y desafíos que afronta la generación distribuida.

Más allá de que la pandemia impactó negativamente por la imposibilidad de desplazamientos y la baja de la actividad económica, lo que llevó a que comerciantes y empresas frenaran distintas inversiones, Dapelo señala a la falla en la implementación del Fondo para la Generación Distribuida (FODIS).

El FODIS es un un fondo que se creó con el objetivo de financiar los proyectos que quieran generar su propia electricidad de fuentes renovables.

Es decir, un instrumento para incentivar la instalación de equipamiento de generación renovable distribuida a través de préstamos, bonificación de tasas de interés para créditos, bonificaciones para adquisición de sistemas, garantías, créditos fiscales, entre otros.

”Lo primero que falta es que el incentivo del FODIS se ponga en marcha. A más de un año y medio del inicio de la GD, el FODIS no se ejecutó”, aclaró Dapelo.

Por otra parte, la no adhesión de Buenos Aires, posiblemente la provincia con mayor cantidad de futuros usuarios del país y la que tendría mayor potencial, es “uno de los motivos de la falta de velocidad en el despegue de la generación distribuida”, en palabras de quien es también Socio fundador en ON-Networking Business.

El congelamiento de tarifas es otra de las preocupaciones debido a que “impactaría negativamente”.

“Tener tarifas muy baratas no justifica hacer una inversión en dólares, que cada vez sube más y, por ende, la inversión es más alta. El congelamiento de tarifa es una olla a presión que a largo plazo genera una economía inviable”, asegura Martín Dapelo.

Es por ello que es aquí donde la GD tomaría un papel fundamental en lo que podría ser la sinceración de las tarifas y disminución de los subsidios porque cada kWh autogenerado permite que el Estado ahorre lo que abona por kWh para abastecer mediante la red eléctrica.

Ante tal temática, Dapelo destaca: “Más que nunca el Estado tiene que apostar al despegue de la GD dado que es uno de los pocos mecanismos para la reducción de subsidios”.

“Si uno impulsa la GD, cada MWh que se genera por los usuarios y consumida por los mismos, es plata concreta que se ahorraría el Estado”, agrega.

Por último, en un paneo general de cómo la continuidad de la generación eléctrica distribuida, el profesional en la materia es muy claro: “Mientras no haya una hoja de ruta, con condiciones claras y la puesta en marcha, va a seguir igual que el año pasado. Con usuarios que se adhieren más por convicción propia que por un beneficio económico”.

Fuente: energiaestrategica.com