El Gobierno nacional gestiona la construcción de dos reactores: uno de uranio enriquecido y agua liviana y otro de uranio natural y agua pesada.
En medio de una etapa clave para que el país comience a cumplir con la premisa mundial de reducir la emisión de gases de efecto invernadero, tal como indica el Acuerdo de París, la Argentina avanza hacia la construcción de dos nuevas centrales nucleares: una de ellas con tecnología china Hualong y otra de reactor Candu, que será emplazada con conocimientos nacionales y el apoyo de Canadá.
Se trata de dos proyectos de estratégica importancia para las relaciones geopolíticas que se traducirán en la generación de miles de empleos, nuevos conocimientos y la duplicación de la producción energética de cara a los próximos 15 años.
Con la llegada al poder del gobierno del Frente de Todos, la política nuclear volvió a ser un eje de importancia para el desarrollo. Por eso, entre otras cosas, desde abril pasado se retomaron los contactos con China para el reinicio de una negociación que había quedado estancada durante el macrismo para construir una nueva central nuclear de uranio enriquecido y agua liviana.
«Cuando llegamos comenzamos a planificar nuestro plan de acción a futuro con una programación a corto plazo y un plan estratégico porque los proyectos nucleares son de largo plazo. En ese marco, primero vamos a comenzar la construcción de la central de tecnología Hualong de 1.100 megavatios y para ello lo inmediato nos encomienda que terminemos de negociar para formalizar el contrato y comenzar la construcción durante el segundo semestre del año que viene”, contó a PERFIL José Luis Antúnez, presidente de la estatal Nucleoeléctrica Argentina S.A., a cargo, entre otras cosas, de gestionar Atucha I, II y Embalse, las tres centrales operativas que tiene el país.
La cuarta central
Según contó, el plazo de construcción de la cuarta central es de 8 años a partir de la conclusión de los acuerdos y los trámites necesarios para que se concrete el financiamiento chino.
Por ello, la negociación tendrá dos etapas: la primera prevé que Nucleoeléctrica Argentina y la Comisión Nacional de Energía Atómica se pongan de acuerdo con el gigante asiático en el contrato que incluirá también la transferencia tecnológica para la fabricación del combustible que abastecerá a esa central, es decir, para producirlo en el territorio. “Estimamos que las conversaciones se extiendan hasta noviembre o diciembre”, dijo Antúnez.
La segunda etapa, en tanto, busca encuadrar al proyecto dentro del acuerdo bilateral que se firmó en 2014. En paralelo, la Secretaría de Energía encabezará las negociaciones vinculadas al “paquete financiero” que se debe recomponer debido a que “las ofertas están vencidas”, según el titular de Nucleoeléctrica. “Una vez que avancemos en eso, las autoridades de ambos países pondrán la firma y se iniciará la construcción, algo que esperamos que ocurra a mediados del año que viene”, estimó.
Mientras tanto, Antúnez dijo que “vamos a adelantar los preparativos en el terreno, vamos a realizar los estudios de suelo, la nivelación y el emplazado de los caminos de acceso”. También se va a montar la estructura para abastecer de energía y agua a los obradores y “a los más de 5 mil trabajadores que llegarán al predio Atucha, donde estará la central”.
Tecnología adquirida y apoyo de Canadá
Por otra parte, desde Nucleoeléctrica ya piensan en la construcción de la quinta central nuclear. Se trata de un proyecto “nacional” que contará con el apoyo de Canadá, país que transfirió la tecnología que se utilizará. De ese modo, las relaciones bilaterales en términos energéticos que comenzaron cuatro décadas atrás durante la construcción de la Central de Embalse, en Córdoba, continuarán por lo menos por otros 40 años.
Los lineamientos generales de ese proyecto ya están definidos: será una planta de uranio natural y agua pesada, con un reactor de tecnología conocida como Candu, que se encarará con recursos propios y “una programación distinta a la habitual”.
“Vamos a realizar la ingeniería en la Central Embalse, donde está depositada toda la experiencia de construcción, diseño y operación que tenemos para esas centrales. Por eso vamos a contar con técnicos y profesionales de la zona para producir los componentes, que serán muchísimos y de industria nacional, es decir, vamos a concentrar allí los recursos que tenemos de la industria manufacturera y metalmecánica”, explicó Antúnez.
Si bien el país adquirió la tecnología años atrás, los conocimientos están actualizados debido a que recientemente se cerró un proceso clave que fue la extensión de la vida útil de la central cordobesa, que ya está operativa. “Todavía no elegimos el sitio donde la vamos a construir. Puede ser en algún punto del litoral marítimo o fluvial, o en el predio Atucha o cercanías. A eso lo dejamos para más adelante porque nos vamos a concentrar en la fabricación de los componentes”, anticipó.
Entre ambos proyectos, la Secretaría de Energía de la Nación proyecta duplicar la potencia energética instalada del país de acá a 15 años. “Entre las tres centrales que están operativas en la actualidad tenemos aproximadamente 1.700 megavatios. A partir de la entrada en funcionamiento de los reactores Hualong y Candu vamos a añadir una cantidad similar a la instalada en Nucleoeléctrica”, sostuvo el presidente de la empresa estatal.
Consultado acerca de la importancia que tendrán los proyectos en términos geopolíticos, Antúnez consideró que “va a significar relaciones bilaterales a largo plazo” y, en el caso de China, “el inicio de unos largos lazos científicos y comerciales como nos pasó con Canadá a partir de Embalse. “Cuando construyamos la central Candu, si bien será un proyecto nacional con nuestra tecnología, vamos a tener participación canadiense”, completó.
La planta de agua pesada
En ese contexto, Argentina también avanza hacia la recuperación de la planta de producción de Agua Pesada de Arroyito, en Neuquén, que fue desactivada durante el gobierno de Cambiemos y sus trabajadores despedidos. Esa planta producía un compuesto de vital importancia para el funcionamiento de Atucha I y II y Embalse, y lo será también para la central Candu: el óxido de deuterio.
En la actualidad, la sustancia es importada desde el exterior, lo que significa un costo mayor al que implicaría la producción local. A propósito de las negociaciones para reactivarla, este diario pudo saber que “el proyecto está avanzando” a partir de que “Energía tomó las medidas necesarias para que se recupere la producción de agua pesada de origen nacional”.
Pese a que hay que recurrir al mercado externo, indicaron que en la actualidad las tres centrales consumen 25 toneladas de agua pesada por año, por lo que “no estamos importando grandes cantidades”. Una vez que se inicie el proyecto de recuperación de la planta de Arroyito se deberá esperar un año más para que vuelva a abastecer a las centrales.
Fuente: www.perfil.com